viernes, 15 de febrero de 2008

Un Valentín atípico


Ayer, mientras millones de personas alrededor del mundo recibían tarjetas, chocolates, flores y besos; otros tantos millones vivían un día normal que para mi terminó siendo diferente, atípico.
Por la mañana temprano habíamos acordado estudiar con Murito, con la simple promesa de hacernos compañía en esas primeras horas y ejercer presión mutua a ver si lográbamos avanzar algo juntos, porque a mí personalmente me está costando más que de costumbre reunir la voluntad, la concentración y todas esas virtudes necesarias para preparar mi penúltima materia.
Ya en el ómnibus de ida atrajeron mi atención las actitudes, los comentarios y hasta los atuendos de la gente y entonces sentí que ese día no debía pasar en vano para mí, después de todo, enamorados de algo estamos todos siempre no? y si la palabra enamorarse tiene un campo muy acotado, bueno, entonces digamos que siempre deberíamos estar dispuestos a dar amor. Esa fue la iniciativa.
La mañana transcurrió como había esperado, el simple hecho de tener a alguien sentado en frente es un peso fuerte a la hora de decidir entre el chantaje y la responsabilidad. Estudiamos hasta el mediodía y me fuí a nadar para cargar pilas. A la siesta me esperaba la Juli en su casa, la idea era continuar el plan de la mañana, pero con otra persona. A la noche habíamos quedado en juntarnos a cenar con el grupo para darle algún sentido al día: 4 solitarios, 4 penas, 4 almas con necesidad de consuelo.
Déjenme detenerme en el detalle de que mi amiguita Juli nunca me recibió en su depto, nunca respondió mis mensajes, nunca atendió mis llamados... qué podría haber pasado? la pregunta del millón, sentada en las escaleras del edificio con una incertidumbre terrible, sin saber qué era lo mejor que podía hacer, dadas las circunstancias: amiga medio chiflada, vive con la hermana, la hermana está de vacaciones, de tanto en tanto llama a SOS por sus problemitas de respiración...ay Dios, 20 minutos sin saber qué hacer. Terminé volviendo a casa y empecé el rastreo de pistas: hablar con los chicos, llamar a SOS, seguir intentando dar con ella... y nada...
20:05 hs. aprox. estábamos al teléfono con Muro y al fin aparece la señorita, conectada al MSN. Cuando me enteré lo que le había pasado la quería colgar! Resulta que se había acostado a dormir media hora a las 13:30 y pasó de largo. Ah! no tuvo mejor idea que poner en silencio el cel y desconectar el fijo, cerrar herméticamente la habitación y encender el aire! qué barbaridad! las películas que nos habíamos hecho cada uno de los involucrados competían por el Oscar, jeje
Bueno, después de todo, el alivio que sentí fue terrible. Me volvió por un rato el buen humor y todo! jaja
Para reivindicarse por la cagada que se había mandado, nos hizo la cena: unos pastelitos con masa casera que le costaron un desvelo a Martín (un amigo de Julia que cenó con los 4 mosqueteros). Mejor ni pregunten qué le pasó, jeje. Estaban buenísimos Juli! (espero que nadie más haya sufrido las consecuencias )
El postre llegó a la luz de la luna y las estrellas fugaces que mis amigos se encargaron de absorver con la mirada para que yo no pudiera verlas. Torta Primavera de Grido (que sí tenía chocolate, sorry, nunca más)
Las historias que compartimos no hace falta reproducirlas, van a quedar dando vueltas en nuestras cabecitas o en algún rinconcito de nuestros corazones, inclusive las de Julia, que llegaron a las 6 de la mañana y de las cuales confieso no haberme perdido más del 20% entre cabezazos y esfuerzos en vano por manternerme despierta.
Y si, atípico, pero feliz. Gracias chicos! Los quiero mucho, en serio.

Quiero, de Jorge Bucay