sábado, 8 de marzo de 2008

Homenaje a las mujeres de mi vida




Hoy he decidido escribir sobre las mujeres de mi vida porque cada vez que pienso en las personas que me marcaron , que me enseñaron a vivir, que me ayudaron a seguir, aparecen ellas indefectiblemente en mis recuerdos.

La primera mujer en mi vida fue mi madre, Ana María Montes, rebelde como ella sola, transgresora, luchadora, justiciera, a veces fuerte, a veces débil, atrevida, buena amiga, amante de las plantas y las flores, caprichosa, explosiva, hiper hiperactiva, difícil; pero no puedo negar que siempre que sentí que todos me habían fallado, al mirar a un lado siempre la encontré y se lo voy a agradecer toda la vida.

Mi tía nena, Olga Estela Villa, madrina de bautismo, mi otra madre, la que cerró el círculo afectivo de mi infancia, la que siempre supo dar ese abrazo a tiempo, la que supo aconsejar, escuchar, entender, e incluso supo reconocer esos momentos en que las preguntas sobran, supo callar y estar. El pasado 10 de Febrero se cumplieron 7 años de su partida, y hasta hoy noto terriblemente su ausencia, pero entiendo que Dios necesitaba un ángel.

Mi abu, Adelma Melchora Assad de Montes, vaya nombrecito con el que la marcaron no? Es que una personalidad como ella no podría haberse llamado de otra manera. Si hay alguien que merezca mi admiración, estoy segura de que es ella. Porque la vida la golpeó desde tan chica que no entiendo, pero valoro enormemente, que no haya caído en la desgracia de estropear ese espíritu tan noble que Dios le regaló. Otra luchadora, pero de las que la pelean en silencio y no hacen alarde de ello, de las que aceptan y agachan la cabeza, pero no se rinden. Para ella es imposible darse prioridad, hasta el punto en que un día, cuando le pregunté qué sería lo que la haría sentir realizada en la vida, contenstó con palabras simples, pero de esas capaces de llenar el alma: "saber que siempre he podido ayudar a los que quiero" y si, mi abuela no es más que eso, una mujer simple, pura y divertida que nos ha dedicado su vida.

Ya en la adolescencia, otra mujer que tomó parte en mi vida, Stella Maris Montes, mi tía Stella, la alemana, la que me mostró que había cosas que yo no sabía hacer, la que mostró que había un mundo que yo no podía ver, la que me habló de lo que todos habían callado, la que aprendió a estar, a aconsejarme, a compartir conmigo. Nos entendemos bien, nos complementamos, hace muchas veces de cablecito a tierra para mí, tiene una visión muy particular del mundo y de la vida. Compartimos algunas pasiones como la fotografía y el Café Espresso, en realidad fui yo quien se sumó a sus pasiones.
Este es mi homenaje para ellas, para todas aquellas mujeres que sientan que tienen algo que ver en mi vida y muy especialmente para las que sientan que tienen una misión en las suyas, porque es gracias a ellas que podemos seguir esperando un mundo mejor.






Quiero, de Jorge Bucay