lunes, 7 de julio de 2008

Amor y libertad


A mí, que nací en un país libre, que estoy acostumbrada a vivir sin pedir permisos, que disfruto de caminar por las calles, de viajar y de decir lo que se me ocurra, se me hace difícil imaginar un mundo sin libertad.
Me resulta incomprensible que la gente se someta, por voluntad propia, a ataduras que no hacen más que quitarles el maravilloso sentimiento de ser protagonistas de su propia vida. No debería haber nada que justifique tal resignación, pero algo tan noble como el amor parece a veces funcionar como una cadena invisible que anula en los hombres ese privilegio. He sido testigo ya en incontables oportunidades de esta confusión entre la entrega que supone el saberse enamorado y la renuncia de la libertad propia. ¿Por qué exigir tremendo acto de resignación? ¿Acaso amar no significa desear la felicidad del otro al lado de la propia? ¿No les parece que la libertad es un pilar fundamental de la felicidad?

Quiero, de Jorge Bucay